miércoles, 24 de febrero de 2010

Soledad


Hay dos formar de estar solo, por elección o por imposición, también dicen que la soledad hay que disfrutarla, en eso estoy de acuerdo, pero cuando no queda si quiera con quien hablar el ultimo chisme de la cuadra, soy demasiado patética, yo estoy sola por imposición mas que por elección, me he arrepentido mil veces de mis decisiones, pero me he arrepentido mas de quedarme a su lado, por que siquiera esta aquí, el peor error que pude haber cometido es aferrarme a alguien efímero, que esta pero no esta, sin embargo, el dice estar conmigo, pero solo lo leo, lo escucho y lo veo, pero al final de cuenta me sigo sintiendo sola y vacía, ahora ni siquiera tengo los fugaces momentos nocturnos, ni los fines de semana llenos de alcohol, ni el sexo ocasional, todo eso se ha ido dejándome mas vacía que antes.

sábado, 20 de febrero de 2010

Escribo...

Escribo poesía
por que tengo pensamientos
sublimes e inexpresables
por que las palabras carecen de valor
cuando las letras están presentes
por que escribir poesía
sintetiza la inconstante desesperación
de la mente cansada,
del cuerpo desangrado tras
ocho horas de jornada laboral;

escribo poesía sin alguna razón aparente
las letras brotan
en imágenes proscritas
que se pegan en mis entrañas
transformándose en pensamientos
internos
tras una botella de whiskey
y un cigarrillo.

viernes, 12 de febrero de 2010


Caminando por las calles desiertas en andenes olvidados, de una vida no elegida o, quizá la única que debió alcanzar, algunos pesos en el bolsillo, donde guarda devotamente los -te quiero- que encontró tirados en la acera, la madrugada de un domingo en la estación estancada de una existencia miserable, con los ojos desorbitados, la barba descuidada y crecida, el pelo desaliñado, un perro vagabundo siempre a su lado izquierdo, se le puede encontrar en las calles vacías, en la parte oscura de la avenida, vagando en compañía de aquel perro que fue abandonado y olvidado por sus amos, ambos corrieron con el mismo destino, fueron relegados por sus progenitores, por personas que prometieron estar presentes y terminaron dejándolos solos, haciéndose compañía uno al otro. Y… ¿Dónde están los amigos de aquel hombre abandonado, los que vociferaban -te quiero- sin siquiera sentirlo?... ¿Dónde esta aquella mujer tan quebrada como aquel miserable, la que sólo buscaba la plata de su bolsillo?...

Todos se fueron, cuando se acabo la cerveza, los cigarros y un techo donde atajarse el frío de la noche, fueron alejándose, haciéndose ajenos a él, cada día eran menos frecuentes las llamadas, hasta llegar el momento en que fueron nulas; ahora se encuentra ahí sentado sobre el asfalto acariciando a su fiel compañero, una botella de ron en su mano derecha que le ayuda a amortiguar los golpes de los recuerdos y la soledad que se han adherido a el convirtiéndose en su piel, de vez en cuando saca algún –te quiero- de su bolsillo agujerado, alguno que haya subsistido desde aquella madrugada donde los mendigo y le fueron arrojados cual perro se le lanza un hueso. Vaga en las noches desiertas, con la sonrisa pintada que deja asomar sus dientes amarillos, la mirada perdida en las épocas pasadas, los –Te Quiero- en su bolsillo y el perro siempre fiel a su lado izquierdo.

Sólo nada


La morena pudo ser alguien pero decidió ser nada, algunas noches era un saxofón que quería llamar la atención de aquel músico en ese antro de mala muerte en el que tocaba, bailaba al compás de las notas melodiosas totalmente perdida en el alcohol, esperanzada a que él la mirara como aquella primera noche en la que se enamoro, buscaba que sus miradas se encontraran, alguna que otra sonrisa insinuando que esa noche no quería dormir sola, pero el… no quería otro saxofón, ni una mujer nocturna de la vida galante, el quería a alguien y ella sólo era nada…

En otras ocasiones quería ser un teclado para que acariciaran con las yemas de los dedos su piel, como aquél instrumento, que recorriera cada parte de su ser buscando las teclas que hicieran felices sus neuronas muertas en un orgasmo espontáneo, una y otra vez, no le importaba compartir al hombre siempre y cuando ella pudiera tener esos momentos de felicidad, esos orgasmos interminables en algún motelucho de paso, donde tenía membresía y le cobraban a mitad de precio, pero tampoco quería otro teclado, ni esas idas a los moteles, ni orgasmos pasajeros, él quería a alguien y ella simplemente era nada…

Tal vez ahora quiera convertirse en una guitarra, una batería, un bajo o un micrófono para perderse en la noche, ser algún instrumento y dejar de ser nada.

domingo, 7 de febrero de 2010

Ximena


Ximena salió con los estigmas que sangraban sus muñecas, con los sueños tatuados en las pupilas y las sabanas manchadas de vino arrastradas tras sus pasos, pudo dirigirse a cualquier lado, pero se quedo ahí, de pie, mirando las huellas del pasado y las añoranzas de un futuro, leía lo que el cielo escribía en el asfalto pero los sentimientos no brotaban, los murmuros se silenciaron y la paz emergió con la oscuridad ocultando las manchas en la acera.

Ximena salió con los estigmas que no sólo sangraban sus muñecas, leyó lo que le decía el cielo en el asfalto.