domingo, 7 de febrero de 2010

Ximena


Ximena salió con los estigmas que sangraban sus muñecas, con los sueños tatuados en las pupilas y las sabanas manchadas de vino arrastradas tras sus pasos, pudo dirigirse a cualquier lado, pero se quedo ahí, de pie, mirando las huellas del pasado y las añoranzas de un futuro, leía lo que el cielo escribía en el asfalto pero los sentimientos no brotaban, los murmuros se silenciaron y la paz emergió con la oscuridad ocultando las manchas en la acera.

Ximena salió con los estigmas que no sólo sangraban sus muñecas, leyó lo que le decía el cielo en el asfalto.

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