Sin Censura

Y él estaba ahí, enfurecido, la sola idea de pensar que yo podría haber estado con alguien más lo estaba matando, me miraba como si quisiera comerme con los ojos y enseguida golpeaba la pared, simplemente le sonreía, ese encabronamiento me excitaba y sentía como mi vagina comenzaba a palpitar, así que comencé a tocarme por encima del pantalón, el daba vueltas en la habitación como un león enjaulado, de vez en cuando me miraba y se tragaba las palabras, maldecía en algunas ocasiones y yo sentía como empezaba a lubricarme, me grito – ¡¡¡¡Sos una zorra, una puta!!! – se me erizo la piel, soltó una patada a la puerta, los celos lo estaban carcomiendo por dentro y yo sólo quería que me penetrara, el color de su piel parecía que se había pintado de color carmesí y las venas de su cuello saltaban, su pelo estaba humedecido por su propio sudor, su camiseta estaba mojada, tan mojada como mi vagina, así que tomo la lámpara y la arrojo contra la pared, sentí como mis piernas temblaban, mi corazón palpitaba a mil, las mariposas revoloteaban en mi estomago y algo explotaba en mi entrepierna. Me levante, me puse frente a el y le dije “follame”, me tomo por los hombros y me arrojo a la cama, enseguida se abalanzo sobre mi, me tomo de las manos y las puso contra la cama y me dijo – ¿Quieres que te folle como tu amante?- me tomo las dos manos con su mano izquierda y con la derecho se desabrocho el pantalón y saco su pene, lo froto en mi vagina, me abrace a su cuello y le susurre “Te Amo”, él seguía maldiciéndome y yo me sentía más excitada, me quito el pantalón y de un jalón las bragas, puso mis piernas sobre sus hombros y me penetro, mi cuerpo se retorció de placer, le arañe la espalda y el seguía mirándome con odio y amor, pero yo lo amaba, así que se aferraron mis piernas a su cintura, y grite, tan fuerte como el amor que siento, para que todo el mundo se entere sin censura.