Ivonne alquilo sus piernas en una subasta a media noche, ella quería ser búho y pagar su territorio con besos de mentiras, empeñó sus sonrisas por un par de cervezas, pero jamás le crecieron alas, Ivonne vive titubeando en las calles nocturnas, tiene buen maquillaje que le dura noches enteras, se creía una princesita, reina de los antros de mala muerte, nadie podía salvarla, siquiera el brujo ciego. Ella pensó que el amor entraba entre las piernas y un viernes Julio se las compro en rebaja, Ivonne sonreía y sus inquilinos esperaban turno para dormir entre ella cuando Julio lo desconocía, pero él regreso antes de que amaneciera y encontró a la serpiente montada en su mujer, así que se puso las bragas, tomo una mascara de la antigua galería y salio de casa, camino por andenes olvidados, regresó a dar besos por cervezas y cogidas por alas, con los brazos abiertos anhelando que sea verano a sabiendas que para ella siempre será invierno.
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