Abre la puerta entra a una habitación oscura, vacía, llega totalmente ebrio como todos los fines de semana, se sienta frente al televisor, lo enciende cambia una y otra vez el canal, se levanta del sofá se dirige al refrigerador, saca una cerveza la destapa y se vuelve a sentar frente al televisor… piensa en ella, en todas las noches que estuvo recostada en ese sofá, en todas las veces que tomaban cervezas y no parecía temerle a la resaca al día siguiente, recordó todas las ocasiones que se quedaba viéndola mientras dormía, ella era diferente a las demás, su mirada triste aún tenía esperanzas, aun pensaba en los cuentos de hadas, en los romances eternos como el de Romeo y Julieta, ella era alguien rodeada de nadies; el sabia no merecerla y aún así deseaba que todos los días fuesen sábados para poder estar con ella, no era como todas, estaba rota pero intentaba remendarse y se negaba a sobrevivir, ella quería vivir, sin embargo el sabía que el día que ella se diera cuenta que la mejor manera de hacerlo era estar lejos de ellos la perdería.
Ahora solo, rodeado de sombras, recuerdos, toma su cerveza, enciende un cigarrillo y se sienta frente al televisor, añorando las noches del invierno pasado, toma el teléfono y le llama, tono de espera y el buzón le responde, hace meses no sabe de ella, otro sorbo a la cerveza se sienta a esperar en la madrugada fría de un año que se esfuma, otro año más en una inexistencia, olvidado… en una cama vacía, para el ha sido otro día más, y para su desagrado uno de muchos más.
Despierta… solo… se levanta y comienza de nuevo su patética existencia inexistente, sale a trabajar, cierra la puerta de aquella habitación oscura, vacía, sin él, sin ella, olvidada como él…
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