Erika

Erika pensó que el amor entraba entre las piernas y que el mejor lugar para conseguirlo era un fin de semana en un bar, la atmosfera perfecta, rodeados de cervezas y cigarrillos, que las promesas eternas eran las propuestas lujuriosas que le decían al oído, y que las palabras más hermosas eran las lenguas entrelazadas con la suya… imaginó que las mejores historias de amor se escriben entre las sabanas en una cama de un hotelucho de paso… y entre más las ignoraban, más la amaban… erróneamente pensó que los príncipes azules eran hombres desaliñados con múltiples tatuajes y piercing en el cuerpo, que las llamadas que jamás llegaron significaban que era inolvidable… Erika se enamoró de Julio, de Agosto y de Septiembre, a veces se llamaba Marco, Alejandro o Emir, ella entregaba su amor en algún sofá o automóvil fuera de su casa, algunas ocasiones en el camellón de alguna avenida principal.

Ella piensa que sentirse vacía es igual a sentirse amada, ella ama, la aman, tiene un hombre que besa muy bien y el mejor sexo, pero ninguno es la misma persona, sigue esperando que llegue Julio aún sabiendo que es Diciembre, busca entre las frías noches la calidez del verano… Anda en una patética inexistencia, totalmente quebrada, entre quimeras que la ayudan a sobrevivir la vida, sin darse cuenta que poco a poco se consume, se evapora, se va secando y cae lentamente entre espinas, siquiera sabe fingir una sonrisa, lo peor de sobrevivir en la inexistencia es olvidar que es el amor. Erika olvido como suena un “Te Amo”, a que saben las caricias, como se sienten las miradas, olvido simplemente lo que jamás sintió, SER AMADA, olvido tejer ilusiones, abrigar esperanzas, olvido vivir, respirar… soñar…

Erika pudo ser cualquier otra mujer, pero decidió convertirse en nadie, ella sabe que el amor no entra entre las piernas, pero sigue esperando que llegue Julio, aún sabiendo que es Diciembre, mientras Julio olvido en Abril la existencia inexistente de Erika.